Inteligencia artificial y propiedad intelectual
Cada vez con mayor frecuencia, la inteligencia artificial (IA) genera importantes avances en la tecnología y las empresas. Se está empleando en una amplia gama de sectores y tiene repercusiones en prácticamente todos los aspectos del proceso creativo. La disponibilidad de grandes cantidades de datos de entrenamiento y los avances que hacen asequible contar con una capacidad de cálculo elevada impulsan el crecimiento de la IA. Esta interactúa con la propiedad intelectual (PI) de varias maneras.
No existe una definición universalmente aceptada de la IA. Generalmente, la IA se considera una disciplina de la informática que tiene por objetivo elaborar máquinas y sistemas que puedan desempeñar tareas que requieren una inteligencia humana. El aprendizaje automático y el aprendizaje profundo son dos esferas de la IA. En los últimos años, con el desarrollo de las nuevas técnicas y equipos informáticos basados en redes neuronales, la IA se ha venido entendiendo como un sinónimo de “aprendizaje automático profundo supervisado”.
El aprendizaje automático utiliza ejemplos de datos de entrada y datos esperados de salida (los denominados “datos estructurados” o “datos de entrenamiento”) para perfeccionarse de manera continua y tomar decisiones sin necesidad de una programación específica mediante una secuencia de instrucciones en varias etapas. Este proceso imita la verdadera cognición biológica; un niño aprende a reconocer objetos (por ejemplo, una taza) a partir de ejemplares de un mismo objeto (en el ejemplo, varios tipos de tazas). Actualmente, las aplicaciones del aprendizaje automático están ampliamente extendidas, como el filtro de correo no deseado, la traducción automática o el reconocimiento de voz, texto e imagen.
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Experiencia virtual de la OMPI sobre IA y PI
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